La somatización y los síntomas psicosomáticos

¿Alguna vez has sufrido dolores o molestias físicas sin ninguna razón orgánica aparente? ¿Te ha dolido la espalda o has sufrido dolores de cabeza cuando estabas muy preocupad@ por algo? ¿Tiendes a somatizar?

Normalmente, pensamos que la psicología influye únicamente en cómo nos sentimos y comportamos en nuestras relaciones, pero se sigue prestando muy poca atención a cómo nuestro estado mental influye en nuestro cuerpo.

Sin embargo, existe una relación sumamente estrecha entre cuerpo y mente, pues del mismo modo que las enfermedades físicas causan miedo, ansiedad y tristeza, los problemas psicológicos y emocionales pueden generar o exacerbar síntomas físicos diversos.

De hecho, el concepto actual de salud definido por la OMS incluye factores de tipo biológico, psicológico y social, por lo que se entiende que el continuo salud-enfermedad implica todos estos factores en mayor o menor medida.

Siendo honesta, la realidad es que nos empeñamos en separar mente y cuerpo como dos entes independientes, y no es así. Este dualismo nos sirve para separar ciertas funciones y organizar los conceptos en nuestro imaginario, pero cuerpo y mente son un todo conectado, y difícilmente podemos separarlos.

¿Qué es la somatización?

El término somatización se refiere a la presencia de uno o varios síntomas físicos sin causa orgánica aparente, con gran influencia de factores psicológicos y emocionales.

En los llamados trastornos psicosomáticos hay una clara y persistente molestia o afección física real, pero tras diversidad de exámenes médicos no se encuentra su causa orgánica, por lo que la persona sufre un alto grado de malestar y se siente incomprendida y sin solución a su problema, o con soluciones parciales.

No obstante, es importante resaltar que puede existir causa orgánica, pero la sintomatología física es exacerbada o aumentada por el malestar emocional. En las alteraciones físicas psicosomáticas existe multicausalidad: interaccionan factores psicológicos, sociales y biológicos. Es decir, el componente psicológico es relevante en estos trastornos, pero no el único factor a tener en cuenta.

Por otro lado, las somatizaciones son muy comunes en la población, sin llegar a suponer un trastorno grave. Todos hemos tenido dolores de espalda o cefaleas alguna vez, cuando sufrimos épocas de más estrés.

Por ejemplo, la pandemia ha generado una situación sociopolítica, económica y sanitaria complicada, de la cual emanan cantidad de estresores importantes para muchas personas. Este estrés es difícil de gestionar, pues realmente el contexto es hostil y novedoso, y los estresores diversos y muy mantenidos en el tiempo (pérdida de trabajo, falta de recursos, dificultades para acompañar y despedirse de familiares, duelos complicados, soledad, situación económica difícil, atención sanitaria deficiente por falta de recursos, incertidumbre generalizada, etc.)

Por ello, muchos de nosotros habremos notado más dolores de espalda o de cabeza, picores, problemas de estómago u otros síntomas psicosomáticos comunes, derivados de este estrés y su persistencia en el tiempo, además de emocionalidad negativa o cambios de humor frecuentes.

¿Te suena?

Algunos problemas psicosomáticos comunes

·      Problemas cutáneos—> Dermatitis atópica, acné, urticaria, alopecia areata, hiperhidrosis, etc.

·      Problemas osteomusculares—> tensión muscular, cefaleas tensionales…

·      Digestivos—> gastritis, dolores de estómago, colon irritable, etc.

·      Trastornos cardiovasculares—> hipertensión arterial, taquicardias, angina de pecho, arritmias, etc.

·      Dolor crónico—> cefaleas, migrañas, artritis reumatoide, etc.

·      Problemas respiratorios—> alergias, hiperventilación, asma, rinitis alérgica…

·      Trastornos endocrinos—> hiper/hipotiroidismo, obesidad, diabetes.

…entre otros.

¿Cómo se originan y mantienen?

Habitualmente, las personas que se encuentran en esta situación no acuden al psicólogo porque no consideran que tengan ningún problema psicológico o emocional. Lo más frecuente es tomar fármacos recetados por el médico, ya sean analgésicos o ansiolíticos, que aunque sirven de ayuda, no resuelven el problema.

Sin embargo, debajo de esta problemática suele haber alguna alteración emocional. Esto no significa que la persona tenga problemas mentales o psicológicos graves, sino que hay emociones gestionadas de forma inadecuada que se manifiestan a través del cuerpo, como la ansiedad, la ira o la tristeza.  

Las emociones negativas gestionadas inadecuadamente y cronificadas suelen ser la base fundamental de la aparición de somatizaciones y trastornos psicosomáticos.

Algunas de las formas en que las emociones pueden afectar a las respuestas fisiológicas son las siguientes:

  • Las reacciones emocionales desagradables como la ansiedad, la ira o la tristeza, presentan correlatos fisiológicos bajo la influencia del sistema nervioso, que afectan a las secreciones glandulares, los órganos y tejidos, los músculos y la sangre.

  • Mantienen niveles de activación fisiológica intensos, que si se cronifican, pueden deteriorar nuestra salud (aumento de la presión arterial, arritmias, dermatitis, dolor muscular, dispepsias…)

  • Esta activación fisiológica mantenida en el tiempo puede producir cierto grado de inmunodepresión.

  • Por sus propiedades motivacionales para modificar conductas saludables (ejercicio físico, descanso, dieta, etc.) y no saludables (tabaco, abuso de alcohol, sedentarismo, etc.)

  • Su papel en las estrategias de afrontamiento que emplea cada individuo.

La supresión emocional y sus consecuencias para la salud

Las emociones son necesarias y forman parte del repertorio de herramientas con las que contamos los seres humanos para sobrevivir y adaptarnos al mundo. Sin embargo, debemos aprender a conocerlas, aceptarlas y manejarlas, pues de lo contrario pueden convertirse en un problema persistente, duradero y frecuente.

Uno de los problemas basales más relevantes en estos casos en la supresión emocional, que se refiere a los intentos por reprimir o anular la expresión de emociones desagradables, como la ansiedad, el miedo, la ira o la tristeza.

Las emociones son útiles, por lo que si aparecen, se deben atender. Si no es así, la emoción se va acumulando y se hace cada vez más intensa, insoportable y duradera.

Por tanto, los resultados de esta estrategia tan comúnmente utilizada son contraproducentes.

¿Cómo puedo prevenir las somatizaciones graves? 

Sería iluso pretender erradicar la somatización de nuestra vida, pues es un fenómeno perfectamente normal, e incluso gestionando bien las emociones, puede seguir apareciendo con cierta frecuencia.

Sin embargo, sí podemos evitar que vaya más allá de un poco de tensión en la espalda de vez en cuando. Podemos evitar que se convierta en un problema crónico, doloroso e incapacitante.

Teniendo en cuenta la situación actual de estrés generalizado, es un buen momento para empezar a cuidar la salud mental de cada uno más que nunca, pues somos más vulnerables y salud mental y física van de la mano.

El primer paso para mejorar en este aspecto es comenzar a observarse y validar los propios sentimientos.

En vez de…

No me gusta lo que siento —> estos sentimientos son inútiles y vergonzosos o me asustan —> no debo sentirme así —> no acepto, no expreso (SUPRESIÓN) —> somatización probable.

Intentemos…

Me paro y dedico unos minutos a auto-observarme ¿Qué siento? (identifico la emoción) —> ¿Qué me está queriendo decir esta emoción? (la entiendo y le doy valor) —> Hago algo al respecto para mejorar mi situación (hablo con alguien de confianza, pido ayuda, tomo una decisión, me cuido más…)

Cada caso es diferente, pero en resumen se trata de comenzar a atender las emociones que surgen dentro de ti, e intentar utilizarlas en tu favor.

Conclusiones

Los problemas psicosomáticos son muy comunes, y afectan a mucha parte de la población, en mayor o menor medida. Sea cual sea el grado de malestar o la frecuencia con que los sufras, debes tener en cuenta que las emociones juegan un papel fundamental, no sólo a la hora de afrontar la enfermedad o el problema de salud, sino en el origen y en la prevención de éste. Por ello, es importante darles importancia y pedir ayuda a profesionales especializados para aprender a gestionarlas mejor, como parte de tu desarrollo emocional y personal, y para prevenir o mejorar posibles problemas de salud.

Equilibra mente y cuerpo, apuesta por tu salud.

Anterior
Anterior

Las creencias irracionales

Siguiente
Siguiente

La importancia del autocuidado emocional