Pararse a tomar aire

A lo largo de estos meses, por distintos motivos, he estado ausente de las redes y no he escrito en mi web. No he tenido el tiempo ni los recursos suficientes para dedicarme a ello, por lo que decidí libremente dedicarme a mis prioridades del momento y posponerlo hasta sentirme con la disposición adecuada.

Ha llegado ese momento, y quiero retomar mi labor justo hablando de esta realidad. Desde mi experiencia personal y profesional, me gustaría poder ayudarte a que tú también te permitas pequeños (o grandes) parones en la vida, momentos de distanciamiento y de espacio. Porque,

No siempre se puede.

No siempre se está disponible.

No podemos con todo.

…Y está bien.

A veces las personas se sobrecargan, quieren abarcarlo todo y se fuerzan, renunciando a lo realmente importante o a sus necesidades primordiales, por conseguir objetivos o atender a demandas de relaciones que en ese momento no pueden cuidar plenamente. A costa, evidentemente, de la salud mental y a veces física.

Imagino que alguna vez has sentido que no llegas a algo, a atender a algún amigo o familiar como te gustaría, o que en el trabajo no estás al 100%, o que tu vida social está un poco estancada, o que no haces el suficiente ejercicio físico, o tu alimentación no es tan sana como debería, etc. Hay multitud de ejemplos, pero lo que quiero transmitir con esto es que no pasa nada. Tienes derecho. A veces, no se puede seguir el mismo ritmo, no se quiere o no se está dispuestx a abarcar tantas cosas. Y es muy sano no poder y no querer.

La mente y el cuerpo nos avisan cuando no tienen energía y necesitan tiempo o espacio, cuando necesitan tomarse un descanso. Atender a esos “síntomas” o señales es muy importante para saber cómo estás, para ver dónde hay que poner el foco y sanarse.

Algunas señales frecuentes que pueden indicar que estás sobrecargadx:

  • Cansancio excesivo, falta de energía

  • Ansiedad

  • Dolores de cabeza, musculares, problemas gastrointestinales…

  • Pensamientos rumiativos e improductivos continuos

  • Sentimientos de “no llego”

  • Momentos de desconexión atencional involuntarios: más despistes y olvidos, sentir que no atendemos a determinadas conversaciones con más carga emocional o intelectual…

  • Autocrítica excesiva…

Y podríamos seguir. Cada persona es diferente, y se requiere práctica y autoobservación para reconocer las propias señales y atenderlas adecuadamente.

Es importante cuidar las relaciones, hay que atender un trabajo que nos importa y nos permite vivir, y es bueno mantener hábitos saludables a nivel físico y mental. No obstante, en ocasiones, alguna de las áreas vitales requiere más recursos, y éstos deben retirarse de otras. Es una cuestión de saber dónde están los propios límites y de priorizar.

Si alguna de las áreas que atendemos normalmente nos sobrepasa y puede esperar, hay que permitírselo. Porque de eso depende, en gran medida, una buena salud mental.

No sobrecargarse, desconectar un poco cuando es necesario, es un buen ejercicio de autocuidado, que además repercutirá positivamente en todas tus áreas vitales. Incluso para cuidar de las relaciones que nos importan. Hay que tener mucha responsabilidad afectiva para reconocer que en un momento dado, no puedo aportar más. Que no tengo la energía, las ganas o el tiempo para atender como quisiera a ciertas cuestiones o personas que me importan. Esto conlleva expresar que no estoy tan accesible por las razones que sea, y que en cuanto pueda lo estaré, porque me importa. Quien realmente nos quiera, sabrá entenderlo si lo transmitimos con cariño.

Puede ocurrir justo lo contrario, que estás tan enfrascadx en el trabajo o en proyectos personales que se te olvida lo realmente importante (tu pareja, tus amigxs, tu familia, tu autocuidado…). Es muy positivo poner atención y escuchar las demandas y comentarios de las personas que tenemos cerca, porque nos pueden dar muchas pistas.

La vida, en ocasiones, nos pone en situaciones en las que debemos decidir a qué atendemos primero. Esto también puede ser una gran oportunidad para reflexionar:

  • ¿Hacia dónde me dirijo?

  • ¿Qué es lo que realmente quiero en la vida? ¿Con esta acción me acerco a ello?

  • ¿Estoy cuidando lo importante?

  • ¿Me estoy moviendo en función de mis propios valores?

  • ¿Puedo permitirme desconectar de esto por un tiempo?

  • ¿Merece la pena?

“Benditas crisis”, me dijo hace poco alguien muy importante para mí. Porque de ellas se aprende, nos damos cuenta de que algo ocurre y tomamos consciencia. Esto nos ayuda a reaccionar, a mejorar, a salir de la zona de confort.

Formas de responder a esta necesidad:

Si notas que estás sobrepasando tus límites, aquí te pongo algunos tips que pueden ayudarte:

  • Tómate un break: para un poco. Baja las revoluciones. Respira profundamente.

  • Sé consciente: piensa por un momento, qué es lo que ahora mismo no puedes abarcar.  (Qué puede esperar un poco, o a qué puedo dedicar menos energía. Qué necesita mi energía con mayor urgencia…)

  • Exprésalo si es necesario.

  • Hazte cargo. Toma tiempo o espacio, desconecta un poco.

  • Reconecta con lo realmente importante.

  • Mejora el autocuidado: si el cuerpo y la mente se quejan, es porque tienen necesidades y hay que atenderlos. Un buen baño, una escapada, meditación, buena alimentación, deporte. Busca lo que tú necesites en este momento. Recarga las pilas.

  • Si nada de esto es suficiente, y sigues exigiéndote o sientes que no puedes permitirte desconectar, o no sabes cómo priorizar, solicita ayuda psicológica: no hay que poder solx con todo.

Espero que esta pequeña reflexión te sirva de ayuda y puedas decidir si te permites un tiempo y/o espacio con algo que te esté sobrepasando. Si te sientes identificadx y crees que te vendría bien ayuda psicológica, contacta conmigo. Estaré encantada de ayudarte.

No pasa nada por pararse a tomar aire.

Anterior
Anterior

REPERCUSIONES PSICOLÓGICAS DEL CONSUMISMO

Siguiente
Siguiente

Bases importantes para una relación de pareja sana